domingo, abril 20, 2008

PASOS ORGANIZATIVOS DE LA COMUNIDAD HAITIANA EN CUBA

Desde mediados del año 2007 los haitianos y sus descendientes en Cuba realizan las coordinaciones pertinentes para sumarse a la Asociación del Caribe como su organización oficial y reconocimiento legal.

Así se ha decidido para todos los integrantes de la comunidad haitiana en Cuba.

La historia de esta etnia en la Mayor de las Antillas data desde prácticamente la formación del país, incluso desde antes de la llegada europeos al Nuevo Mundo, denominado por algunos como el “descubrimiento”, ya que los nativos originarios de Haití, como le llamaron en lengua araucana al “país de altas montañas”, habían emigrado y asentado en Cuba.

Los colonialistas españoles se encargaron de arrasar con los aborígenes, tanto allí, en la isla llamada por ellos como La Española, como en Cuba, todo por el afán de riquezas a extraer en ambos territorios.

Importaron a los negros africanos en uno y otro lugares, dando comienzo a esa negra etapa de la historia de conquista y colonización en América, la esclavitud, durante la cual miles, millones de hombres y mujeres del continente africano perdieron la vida, entregaron su sangre y sufrieron de tanto atropello.

Haití fue ocupada poco a poco de otros elementos europeos, predominando los franceses, los cuales, mediante tratado de su país con España, se adueñaron de esta región.

Se formó en Haití, como parte de todo este proceso, una nueva comunidad, predominantemente francesa y africana, originaria del franco-haitiano.

La Revolución triunfante de los esclavos, en el periodo de 1790 a 1804, originó el éxodo hacia Cuba y hacia otras partes del continente americano de centenares y miles de franceses propiamente y de los franco-haitianos, formando así la segunda emigración hacia la Mayor de las Antillas desde Haití.

La llegada, asentamiento y participación en todos los aspectos de la vida en Cuba, fue dándole un fuerte vínculo al elemento haitiano-cubano.

Un siglo más tarde, con el papel preponderante del naciente imperio norteamericano en Cuba, se produciría la tercera y mayor de las oleadas de inmigrantes procedentes de Haití. Empresas y magnates azucareros norteamericanos, cubanos y otros produjeron la entrada masiva en la Isla de otro manera de esclavitud: los braceros antillanos, mayoritariamente haitianos, para el corte de la caña de azúcar en los campos cubanos.

Así no menos de medio millón de haitianos fueron trasladados a Cuba como fuerza de trabajo barata y sometidos a todo tipo de explotación.

La historia escrita por los burgueses nacionales y extranjeros no recoge en toda su dimensión el horrendo pasaje de explotación, vejámenes y discriminación a que estuvo sometido esta etnia durante las seis largas décadas de presencia suya en la denominada República de Cuba.

No obstante, en cada momento el oriundo de Haití supo enfrentar la situación en Cuba y participar heroicamente en todos los procesos sociales y de liberación popular. Así lo marcan los ejemplos del Cacique Hatuey, en tiempos de la conquista y colonización, las dotaciones o individualmente de esclavos haitianos incorporados a las tropas insurrectas o mambisas durante las Guerras de Independencia cubana, los trabajadores y dirigentes sindicales haitianos en las luchas obreras, y los combatientes haitianos y sus descendientes participantes en el Ejército Rebelde en la última etapa de la liberación cubana en la década de 1950.

Haití, para entonces, estaba sometida a la sangrienta dictadura de Francoise Duvalier, lo que originaba el éxodo de miles de personas hacia diversos países, Cuba entre ellos, con lo que se efectuó una cuarta forma de emigración de haitianos hacia la Mayor de las Antillas: por motivos políticos.

Con el advenimiento de la Revolución Cubana el primero de enero de 1959 se propició por los componentes revolucionarios y progresistas de los haitianos y sus descendientes radicados en Cuba la creación de una Asociación que les agrupara y les facilitara el intercambio entre sus coterráneos.

Así, a principios de los años de 1960 se constituyó una Asociación de Residentes Haitianos, a cuyo frente estuvieron destacadas personalidades residentes en Cuba.

Sus primeras acciones estuvieron encaminadas a la aglutinación de los elementos progresistas que luchaban contra Duvalier, tanto los que consideraban como necesario desarrollar el enfrentamiento armado como los que propugnaban otros métodos de enfrentamiento a la dictadura.

Durante varios años se mantuvo funcionando esta Asociación hasta caer en un impass, en correspondencia con las personas que asumían o no su dirección.

A la altura de febrero de 1991, y paradójicamente cuando el país entraba en un proceso de depauperación de las condiciones económicas, política y sociales, llamado Período Especial, originado por la caída de la Unión Soviética y demás países del campo socialista de Europa, se efectuó una nueva revitalización de la Asociación, asumida esencialmente por descendientes haitianos nacidos en Cuba, y cuyo eje inicial se desenvolvió en la capital del país y después se extendió al resto de las provincias, esencialmente, en la región oriental.

Las acciones desarrollada por el conjunto de dirigentes y activistas de la Asociación en esa etapa fue la de rescatar la autoestima entre los descendientes haitianos, lograr que los propios miembros de esta etnia realizaran el reconocimiento público de ellos como descendientes de haitianos y no de “franceses”, o la negación de su condición como muchos acostumbraban a declarar.

Muchas décadas de discriminación y explotación sufridas en la llamada República hasta el 1959 hacían aparecer al haitiano y a sus descendientes como la última de las categorías sociales, económicas y de toda naturaleza en Cuba.

El haitiano y sus descendientes eran discriminados no sólo por su condición de pobre, como una de las únicas etnias en Cuba que no contaba con medios de producción propios, recursos naturales u otros objetos de riqueza material, sino también por ser extranjero y no dominar bien la lengua española.

Los discriminaban los cubanos blancos y de otra pigmentación de la piel pero, peor aún, los discriminaban por los propios negros cubanos que preferían ver muertas a sus hijas antes que casadas o en relaciones amorosas con un haitiano o sus descendientes.

En número reducido acudían a las escuelas los niños y, sobre todo, las niñas, descendientes de haitiano, y eran objeto de burlas por su manera de vestir, de peinar o de hablar el español. Despectivamente se les llamaba “pichón de haitiano”.

El creole, la lengua materna de sus padres, era hablado por ellos a lo interno de sus hogares y no en público, para tratar de esconder su origen haitiano.

Por tales circunstancias, a pesar de la acción liberadora de la sociedad originado por la Revolución Cubana, treinta años después de aquel Primero de Enero aún subsistían en las mentes y en las vidas de numerosos descendientes de haitianos los rezagos discriminatorios de épocas pasadas, y preferían ocultar o no exponer en público su ascendencia haitiana.

El Grupo Gestor de la Asociación de Residentes y Descendientes Haitianos en Cuba (ARDHC) se dio a la paciente tarea de contrarrestar estos prejuicios y atraer hacia su seno a los haitianos y sus descendientes en el país.

La labor consecuente, diaria y sistemática de ellos, junto al cada vez mayor panorama de rescate cultural que propiciaban las instituciones del país, fueron calando en una cada vez mayor número de personas que se sumaron al propósito de llegar a tener una Asociación propia de haitianos y sus descendientes, por demás una de las pocas, sino la única agrupación en Cuba de una etnia mayoritariamente de pigmentación de la piel negra.

El 10 de febrero de 1991 tuvo su fecha de reactivación como una agrupación sociocultural y el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) fungió como el órgano de relación., y en todo instante brindó una esmerada atención y apoyo a los propósitos de la Asociación.

Además de la labor proselitista entre los haitianos y sus descendientes en el país, el Comité Gestor inició un grupo de actividades propias sobre la cultura haitiana, tal y cuales fueron una conferencia del escritor y director de cine Rassoul Labuchin sobre Haití su economía y desarrollo social, la primera, y un encuentro con los periodistas y otras personas que concurrieron a la toma de posesión del presidente Jean Bertrand Aristide.

Desde un primer momento se fijó el rescate de las tradiciones históricas de Haití, sus costumbres y su folklore, el empleo del creole y otras tradiciones.

Las “Tardes haitianas” se convirtieron en un medio para el intercambio informativo y cultural de esta comunidad, a la vez que se desarrolló una sistemática atención a la familia de los fallecidos y otras acciones sociales.

Se conmemoran y celebraron las efemérides haitianas y se abrieron aulas para la enseñanza del creole.

El reencuentro familiar es una de las líneas de trabajo del Asociación.

Un ejemplo de participación activa respecto a los problemas concretos del país fue la constitución y resultados de una Brigada de Trabajo Voluntario de sus asociados y de haitianos estudiantes en Cuba o refugiados que, por espacio de 15 días en dos años consecutivos participaron en áreas agrícolas en apoyo al Programa Alimentario. La Brigada se denominó Emilio Bárcena Pier, en homenaje al descendiente de haitianos participante en la guerra de liberación revolucionaria y caído en combate.

Otra evidencia lo fue la constitución de la primera cooperativa agropecuaria haitiana en Cuba, en el municipio de Florida, provincia de Camaguey, una parte de cuya producción se destinó al apoyo alimentario de Círculos Infantiles y Hogares de Ancianos de aquel territorio.

También miembros de la Asociación contribuyeron con su labor voluntaria en la construcción de la Villa Panamericana, al este de la capital.

Como parte de la labor de la Asociación estuvieron las acciones realizadas por la comunidad con los refugiados haitianos llegados a Cuba.

En la medida en que se fue fortaleciendo como organización, y que sus actividades fueron cada vez más difundidas y trascendidos sus contenidos, se propició un movimiento de identificación y acercamiento a la Asociación de haitianos residentes y sus descendientes en Cuba.

Sus filas se incrementaron tanto en Ciudad de La Habana como en las otras provincias, lo que originó la necesidad de estructurar el Comité Gestor en filiales. Así se crearon las filiales de Matanzas, Florida, Morón Ciego de Avila, Camaguey, Esmeralda, Santiago de Cuba y Guantánamo, como las primeras, y propugnándose la constitución en otros lugares como Amancio Rodríguez, Las Tunas, Holguín, etc.

Con el incremento del turismo en Cuba se originó igualmente una arribazón mayor de ciudadanos haitianos residentes en Estados Unidos, Canadá, Francia y en otros lugares, los que se comunicaron con la comunidad en el país y fueron atendidos por ésta.

También se propició el intercambio de la Asociación con comunidades haitianas residentes en otros países.

La comunidad ha promocionado la creación y apoyado la constitución de grupos folklóricos de descendientes de haitianos en Cuba, tanto en la capital como en el resto del país.

El Gobierno de la capital le entregó un local al Comité Gestor para que se reparara y convirtiera en la futura Casa de la Cultura Haitiana en Cuba, a la vez que sede de la Asociación de Residentes Haitianos y sus Descendientes.

Fueron invitados oficialmente directivos del Comité Gestor y por primera vezen 1995 una delegación de la comunidad haitiana en Cuba visitó Haití. También se produjeron visitas a Canadá.

Desde el 1994 el Comité Gestor inició los pasos para la inscripción oficial de la Asociación en los órganos de justicia del país. Hasta ese entonces primaba el criterio en el ICAP de que, como este organismo era el órgano de relación de la Asociación, no se necesitaba una inscripción oficial ante el Ministerio de Justicia.

Se elaboraron los proyectos de Estatutos, Reglamentos y demás documentos solicitados para la inscripción como Asociación y e presentaron ante el Ministerio de Justicia.

El Comité Gestor y la comunidad en su conjunto organizaron y desarrollaron en la capital el Primera, Segunda y Tercera Semanas de la Cultura Haitiana en Cuba, durante los años 1993 (del 3 al 9 de enero), en 1994 ((primera quincena de enero), y en 1995 (25 de junio al 2 de julio), en los que participaron numerosos grupos folkóricos del país portadores de la cultura haitiana, así como artistas haitianos de Estados Unidos y Canadá que actuaron durante ambas semanas de festejos.

La Asociación, que hasta diciembre de 1995 se denominó Asociación de Residentes y Descendientes de Haitianos en Cuba (ARDHC) pasa a llamarse en lo adelante como Asociación de Haitianos y sus Descendientes en Cuba (ADHC), según se acordó en el Primer Encuentro de la Asociación con sus filiales en las provincias.

El Día Internacional del Creole, instituido en 1979 en las Isla Seychelles, y que se festeja anualmente en todas las regiones del mundo donde se habla este idioma, se celebró por primera vez en Cuba por la Asociación el 29 de octubre de 1996 en el ICAP, como parte de las actividades por el Día de la Cultura Cubana (20 de octubre).

En el año 1997 el Comité Gestor recibe la orientación de que por decisión oficial del país, hasta tanto no estuviera inscrita en el Registro de Asociaciones, del Ministerio de Justicia, no estaba autorizado a realizarse más actividades de la comunidad haitiana como tal.

Tal y como hasta el momento venía ocurriendo, el Comité Gestor fue fiel celador de la Legalidad Socialista y suspendió, desde entonces, toda actividad oficial como Asociación.

Parejamente dio los pasos para que se acelerara lo que ya hacía un tiempo largo había presentado ante las autoridades correspondientes: la solicitud de inscripción ante el ICAP, como Organo de Relación, y el Ministerio de Justicia.

Vendría, al año siguiente, una etapa fatídica en el Comité Gestor, en la Asociación y en la comunidad haitiana en Cuba.

El principal directivo del Comité Gestor se apareció con la propuesta de crear otra asociación con destino al seguimiento del creole en el país, con la participación exclusiva de personas de estudios superiores.

Esta idea fue rebatida y considerada una locura, por cuanto esta lengua en Cuba era practicada sólo por los haitianos y sus descendientes, de los cuales la inmensa mayoría de los autóctonos eran iletrados o de muy bajo nivel escolar y, lo más importante de todo, que ya la propia Asociación de Haitianos y sus Descendientes en Cuba (ADHC),
no solamente tenía entre sus objetivos la promoción del creole en el país, sino que era parte intrínseca de su contenido como organización. Que la idea propuesta generaría la división en la comunidad haitiana.

Las desavenencias originadas desembocaron en un agrio intercambio de acusaciones y refutaciones por parte del principal directivo del Comité Gestor y un grupo de seguidores contra el resto de sus integrantes, y una acción recíproca de estos contra aquel.

Se decidió suspender al individuo que ostentaba el cargo de Presidente y nombrar sucesivamente a otras personas que desempeñaran esas funciones.

Lo peor de todo es que, por una actitud inadecuada del antiguo Presidente, este problema trascendió y fue mostrado por él en un intercambio que provocó con el recién electo Presidente de Haití, Rene Preval, en la sede de la Embajada de ese país en Cuba.

Toda esta situación generó, como se había advertido, una frustrante división entre la comunidad haitiana en el país, y en su seno comenzaron a surgir iniciativas de creación de la Asociación distinta a la original, con sede en Guantánamo, Camaguey u otros lugares.

El Comité Gestor continuó, en todos estos años transcurrido hasta la fecha, propiciando la elevación de la autoestima entre los haitianos y sus descendientes en Cuba, estimulando el rescate y desarrollo de la cultura haitiana en el país, atendiendo el reencuentro familiar, promoviendo líneas de acción solidaria y proyectos de colaboración con el pueblo haitiano, y gestionando la unidad en el seno de la comunidad haitiana –incluso, con aquellos que tomaron otro derrotero y fomentaron la división-.

La Dirección del país decidió no autorizar el reconocimiento de más organizaciones no gubernamentales en el país y, como parte de ello, fortalecer la agrupación en la Asociación del Caribe de todos aquellos oriundos o descendientes de las islas y zonas de esta región.

Hasta este momento y durante los últimos diecisiete años, los inmigrantes haitianos y sus descendientes nacidos en Cuba habían laborado para crear una Asociación propia.
Asociación de Haitianos y sus Descendientes en Cuba (ADHC),

El Comité Gestor de la Asociación de Haitianos y sus Descendientes en Cuba (ADHC),
fiel a sus votos por la Revolución Cubana, acata esta decisión y estimula a sus integrantes y a la comunidad haitiana en el país a inscribirse en la sede central y filiales de la Asociación del Caribe, proceso que se desarrollará paulatinamente durante el presente año 2008.
MIEMBROS DEL CONSEJO DE ESTADO ELEGIDO EL 24 DE FEBRERO DEL 2008

El 24 de febrero de 2008 culminó el proceso eleccionario en Cuba con la composición del Consejo de Estado.

Entro de los diputados electos a este órgano se encuentra varios descendientes de haitianos (mujeres y hombres) elegidos desde el barrio por los vecinos de sus cricunscripciones.

Asi se muestra, una vez más, el nivel de reconocimiento alcanzado por los componentes de esta etnia dentro de la actualidad cubana.

He auí los miembros del Consejo de Estado electo:

DIPUTADO
CARGO NOMBRE Y APELLIDOS POR
PRESIDENTE Castro Ruz, Raúl II Frente
PRIMER VICEPRESIDENTE Machado Ventura, Jose Ramón Guantánamo
VICEPRESIDENTE Almeida Bosque, Juan S. de Cuba
VICEPRESIDENTE Colomé Ibarra, Abelardo Contramaestre
VICEPRESIDENTE Lage Dávila, Carlos Aurelio Plaza
VICEPRESIDENTE Lazo Hernández, Juan Esteban A. Naranjo
VICEPRESIDENTE Casas Regueiro, Julio Encrucijada
SECRETARIO Miyar Barrueco, José Miguel 10 de Octubre
DEMAS MIEMBROS
Balaguer Cabrera, José Ramón S. de Cuba
Betancourt Téllez, Iris Manzanillo
Fernández Retamar, Roberto Playa
Herrera Martínez Luis S
Saturnino Santa Clara
Lugo Fonte, Orlando G. de Melena
Pérez Roque, Felipe Ramón A. Naranjo
Sáez Montejo, Pedro Playa
Valdés Menéndez, Ramiro Artemisa
Soberón Valdés, Francisco S. Spíritus
Valenciaga Díaz, Carlos
Manuel San José
Acosta Brooks, Surina Contramaestre
Armenteros Mesa, Regla DayamíSanta Clara
Cintra Frías, Leopoldo A. Naranjo
Chapman Waugh, Inés María Frank País
Concepción González, María
del Carmen C. del Sur
Ferrer Gómez, María Yolanda Pinar del Río
García FríasGuillermo Pilón
León Silveira, Tania Colón
López Miera, Alvaro Colón
Martínez Ramírez, Julio Chambas
Montano Perdomo, Dignora S. Spíritus
Rabilero Fonseca, Juan José,
Coordinador Nacional de los CDRS. de Cuba
Valdés Mesa, Salvador AntonioS. Cruz del Sur

sábado, abril 19, 2008

CONSTRUYEN RUTA DEL CAFE EN EL ORIENTE CUBANO
JOSÉ ANTONIO TORRES
TOMADO DE GRANMA DIGITAL (HTTP://WWW.GRANMA.CUBAWEB.CU/2008/04/18/NACIONAL/ARTIC08.HTML)
SANTIAGO DE CUBA.— Las ruinas de los antiguos cafetales franco-haitianos enclavados en la Sierra Maestra son enlazados a través del proyecto La Ruta del Café que auspicia la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en países donde el florecimiento de este cultivo fue significativo a escala universal.


SEGÚN LAS EXPEDICIONES ARQUEOLÓGICAS EL CAFETAL FRATERNIDAD ES UNO DE LOS MÁS CONSERVADOS.
Se trata de conectar por senderos transitables a 170 de los más 250 cafetales construidos entre finales del siglo XVIII y principios del XIX en el oriente cubano, donde se conservan algunas vías abiertas por colonos y negros esclavos para transportar las producciones en medio de la abrupta topografía del principal macizo montañoso del país.
La obra, que ejecutan los especialistas de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba y de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Oriente, permitirá divulgar elementos del proceso agroindustrial del café diseñado por los hacendados franceses refugiados en esta región luego de la Revolución Haitiana de 1791, y podrá ser visitada por estudiantes y turistas.
Yaumara López, experta de la oficina del conservador de la Ciudad Héroe, declaró que al igual que los proyectos La Ruta del Esclavo y del Azúcar, el relacionado con el café tiene repercusión cultural pues ahonda en factores étnicos, económicos y sociales ligados a ese proceso migratorio y a las formas y medios que perpetuaron la esclavitud en América.
En la actualidad, dijo, entre 15 y 20 especialistas integran el equipo multidisciplinario que labora en tres rutas fundamentales, destacándose la de El Caney que hasta ahora no había sido estudiada y es donde se encuentran los cafetales más antiguos.
Otras labores y expediciones se llevan a cabo en zonas de Ramón de Las Yaguas, Songo-La Maya y las cercanías de Guantánamo, sitios donde se realizan estudios estructurales y arqueológicos para concluir la ubicación de los inmuebles y solidificar la estructura de algunas ruinas de gran interés patrimonial.
Por sus valores la UNESCO declaró las ruinas de los cafetales franceses de la Gran Piedra, Patrimonio de la Humanidad, en su acepción de paisaje arquitectónico.
Para bien de la historia regional ya se yerguen al igual que el cafetal La Isabelica, uno de los más conservados del continente, otras ruinas e instalaciones que como el cafetal Fraternidad muestran las huellas que marcaron las relaciones económicas y sociales de la cultura americana.